sábado, 6 de septiembre de 2008

Hipertensión arterial: una enfermedad muy común


La primera causa de muerte en los adultos a nivel mundial, incluyendo a nuestro país, son las enfermedades cardiovasculares. Y una de las más frecuentes, es la presión sanguínea alta, también conocida como hipertensión. Se le llama el asesino silencioso.

Para describir la presión sanguínea se usan 2 números: la diastólica y la sistólica. En general, se considera que la presión sanguínea óptima es de 120/80 mmHg. Ahora bien cuando sufre de hipertensión sanguínea, ésta puede ser primaria o secundaria.

La hipertensión esencial o primaria es aquella en la que el médico es incapaz de identificar una causa. Este es el tipo más común de hipertensión y ocurre hasta en el 95 % de los pacientes con la presión sanguínea alta. Parece que algunos factores genéticos juegan un papel muy importante en este tipo de hipertensión.

Por otro lado, la hipertensión secundaria tiene causas reconocibles. Por ejemplo, la hipertensión puede ser secundaria a una cirrosis o una enfermedad renal. Inclusive, ciertos medicamentos pueden elevar en forma temporal a la presión sanguínea, como en el caso de la cortisona, la prednisona y la indometacina.

Se considera que el 10 % de los casos de hipertensión sanguínea están causados por el abuso del alcohol. El café causa un aumento temporal en la presión sanguínea, pero también incrementa la excreción de calcio, lo cual puede afectar a la presión. El tabaquismo hace que los fumadores tengan 10 puntos más altos hipertensión que los no fumadores.

Una dieta conocida como DASH (por sus siglas en inglés, Dietary Approaches to Stop Hipertensión) Acercamientos dietéticos para detener la hipertensión se recomienda ampliamente como un paso importante en el manejo de la presión sanguínea alta. Es una dieta baja en grasas saturadas y rica en granos integrales, frutas y verduras. También se recomienda bajar de peso en caso necesario. Las dietas altas en sal aceleran la hipertensión en todos conforme envejecen. Así que la restricción de la sal es particularmente importante para aquellos que son sensibles a la sal y para las personas ancianas.

Los estudios indican que el ejercicio regular ayuda a conservar elásticas a las arterias, aún en los ancianos, lo cual a su vez mantiene a la sangre fluyendo y a la presión sanguínea baja. Las personas sedentarias tienen un 35 % de mayor riesgo de desarrollar hipertensión que los atletas. Sin embargo, los que ya son hipertensos no deben de iniciar un programa de ejercicios sin consultar a un médico.

Los factores emocionales y la tensión psicológica son precursores de la hipertensión. Un estudio encontró que el 73 % de los pacientes con hipertensión de ligera a moderada que recibieron terapia conductual, pudieron reducir sus medicamentos después de 6 semanas; y después de 12 meses, el 55 % de los pacientes ya no requirió tomar medicamentos.

Dentro de nuestro arsenal nutricional, contamos con un complemento alimenticio muy efectivo contra la hipertensión. Se trata de la coenzima Q-10. Este nutrimento representa una fracción mínima de los recursos nutricionales y metabólicos con los que contamos para ayudar a estos pacientes. Según el famoso cardiólogo Stephen Sinatra, “es impensable practicar una buena cardiología sin la ayuda de la coenzima Q-10”. Entre las grandes ventajas que tiene el uso concomitante de la coenzima Q-10 en los hipertensos, están que no tiene efectos metabólicos indeseables, que es bien toleradas por los pacientes, que reduce el riesgo de un ataque cardíaco, de una embolia y de problemas renales. Además, está al alcance de casi toda la gente.

En estudios comparativos a través de biopsias realizadas a corazones sanos y corazones enfermos, siempre se encontró que los niveles de coenzima Q-10 eran anormalmente bajos en los enfermos.

En un estudio realizado por el Dr. Svend A. Mortensen, se demostró que el tejido miocárdico de pacientes con cardiomiopatía estaba significativamente deficiente en Q-10, especialmente en los estados avanzados de insuficiencia cardíaca y este tejido miocárdico tenía la mitad del nivel normal encontrado en el miocardio sano.

Un grupo de médicos demostró que podían estimular la función cardíaca de hombres jóvenes sanos al agregarles coenzima Q-10. Sin los beneficios de los programas de ejercicios que mejoran la función cardíaca, los investigadores descubrieron que los hombres sedentarios podían obtener los efectos energéticos cardíacos de los programas de ejercicios continuos con sólo tomar la coenzima Q-10.

En ensayos clínicos, los pacientes que recibieron la coenzima Q-10 en forma oral, tuvieron una mejoría importante. Los parámetros principales mejoraron en forma significativa. Estos cambios se presentaron al cabo de algunas semanas y sin la ayuda de los medicamentos ortodoxos. Los pacientes con angina de pecho, mejoraron en forma notable y persistente.

El promedio de tiempo para encontrar esta marcada mejoría, es de 8 semanas, tomando continuamente la coenzima Q-10. En todos estos pacientes, se observa un incremento en la utilización del oxígeno y sus cargas máximas de ejercicio mejoran dramáticamente. También hemos combinado la coenzima Q-10 con los fármacos ortodoxos cardíacos. En estos casos, pudimos disminuir las dosis y con esto, se disminuyeron automáticamente los efectos secundarios de los fármacos convencionales. Incluso, en varias ocasiones, estos efectos secundarios, desaparecieron en su totalidad.

El American Journal of Cardiology reportó en 1985 sobre los beneficios terapéuticos de la Coenzima Q-10 en el tratamiento del angor pectoris. Después de 4 semanas de tratamientos, los pacientes sufrieron la mitad de ataques de angina e igualmente requirieron la mitad de la dosis de nitroglicerina.

Además de utilizar la coenzima Q-10 para el tratamiento de la angina de pecho, la hemos utilizado para el tratamiento de la hipertensión arterial. Como ejemplo puedo mencionar que en un estudio clínico, encontramos que antes del tratamiento con la Q-10, los pacientes tenían una presión arterial de 142/98. Se les administró a estos pacientes únicamente la Q-10 y dos meses después sus lecturas de la presión arterial, fueron, en promedio 126/88.

Dr. Héctor E. Solórzano del Río
Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones Enzimáticas, A.C.
http://www.hector.solorzano.com